Conservar información es una acción que ha ido cambiando con el paso del tiempo. Primero el conocimiento se transmitía en forma oral, luego se almacenó en piedras, se talló en maderas o dibujaba en paredes; más tarde aparecieron los papiros y luego los libros con sus diferentes métodos de impresión.
Hace unos años, cuando necesitábamos obtener información, era habitual concurrir a una biblioteca y pedirle al bibliotecario/a que nos recomendara un libro para sacar información de un determinado tema, quien nos daba el libro adecuado a la edad del solicitante, el nivel y la profundidad que necesitamos. Además ese libro fue impreso por una editorial que avala su contenido, que a su vez contrató un autor, seguramente por su experiencia, conocimiento, formación académica, etc.
¿Qué hacemos hoy? Simplemente recurrimos a internet, que es el espacio en el que está todo; pero lejos de ser una ventaja, tener todo a disposición implica tener acceso a información de calidad mezclada con mala información, por lo que la búsqueda deja de ser un inconveniente, pero pasa a ser fundamental el análisis crítico de las fuentes, quedando a nuestro propio criterio si el contenido es adecuado para el nivel que necesitamos.
En esta presentación encontrarás distintas estrategias para acotar la búsqueda, orientarla solamente a lo deseado y filtrando aquellos sitios que no queremos
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